Toda empresa, para ser exitosa, debe ser productiva. No importa su tamaño o su cometido, tiene como objetivo principal producir lo máximo y mejor posible. Esforzarse por lograr la máxima eficiencia y eficacia en cada uno de los procesos llevados a debería ser una prioridad absoluta.
La productividad es un indicador crucial, pero muchas veces se pasa por alto. Es tan importante o más que el rendimiento económico de la compañía. Un buen nivel de productividad allana el camino a una buena retribución económica.
En el campo empresarial podríamos definir la productividad empresarial como el resultado de las acciones que se deben llevar a término para conseguir los objetivos de la empresa y un buen ambiente laboral, teniendo en cuenta la relación entre los recursos que se invierten para alcanzar los objetivos y los resultados. La productividad es la solución empresarial con más relevancia para obtener ganancias y crecimiento.
Para lograr una buena productividad es imprescindible una buena gestión empresarial, la cual engloba un conjunto de técnicas que se aplican al conjunto de una compañía.
El objetivo de dicha gestión es mejorar la productividad, sostenibilidad y competitividad, garantizando viabilidad de la empresa. Para poder lograrlo se debe conocer primero cual es el proceso más crítico y así poder ponerle remedio.
En Venezuela hay muchos ejemplos de empresas productivas, uno de ellos es Alimentación Balanceada Alibal, que preside Luis Somoza Mosquera. Desde sus inicios recibió reconocimientos por sus altos estándares de productividad, organización y su gran responsabilidad social con el ambiente.
Las leyes y normativas de los distintos países pueden influir en la productividad de una empresa tanto en sentido positivo, a través de subvenciones, apoyos o medidas proteccionistas a un determinado sector, como de forma negativa: impuestos añadidos, trabas burocráticas o legislaciones que suponen gastos adicionales y una merma de la productividad.
También las inversiones tienen un efecto clave en la productividad de la empresa. Pueden afectar negativamente en el corto plazo porque el gasto inicial que comportan encarece el precio medio de las unidades de cada producto o servicio.
Sin embargo, las mejoras de las infraestructuras, materiales o las inversiones en formación y en la mejora del bienestar de los empleados casi siempre dan como resultado un aumento de la producción y rentabilidad de la empresa en el medio y largo plazo.
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