La Navidad es, por mucho, la temporada preferida por la gente. Aunque existan problemas, conflictos y obstáculos, la llamada “alegría navideña” es suerte de un virus contagioso que alcanza a la mayoría de la población.
Aunque siempre hay un grinch escondido, el espíritu de las fechas se apodera de diversos espacios, incluidas las empresas. Muchas veces estas festividades son aprovechas para estrechar los lazos entre los dueños y los empleados, limar asperezas y afianzar la confianza que debe existir.
Los líderes deben ser los primeros propiciadores de esas iniciativas. Tienen que procurar que el ambiente en el que se reúna al personal para celebrar no solo las fechas, sino también la labor que se hizo durante el año sea el más agradable y confortable posible.
En un año tan complejo como 2020 tener un espacio para compartir, relajarse de la labor cotidiana y hasta sentir que las cosas, pese a todo, no fueron tan negativas sería lo ideal, respetando claro está las medidas de bioseguridad.
No hay que hacer un gran festejo, como pudo haberse hecho en anteriores Navidades. Una de las maneras de comenzar a impregnarse de esa alegría es adornar los espacios de la empresa con motivos navideños. En lo posible, involucrar al personal en las actividades. Así que aquellos departamentos que no tengan mucha interacción pueden reunirse y conocerse con sus compañeros de otras áreas que sí interactúan más. Esto con el fin de reafirmar que la empresa es un todo.
Pueden establecerse dinámicas divertidas, que no necesariamente implican un gasto económico tanto para la empresa, como para los trabajadores. Un día familiar, en la que los empleados pueden llevar a sus hijos, hace que todos los involucrados puedan compartir vivencias, experiencias y emociones con respecto a su paso por la empresa.
Y así como no es una obligación hacer una gran fiesta, tampoco lo es tener una celebración navideña. Pero esto pasa por informar a los empleados de que no se hará por las razones que se tengan, bien sean económicas, logística, producción u otra. Sobre todo, si la compañía tiene tradición de hacer encuentros de fin de año y en 2020, por razones de la pandemia, no puede hacerlo.
Una comunicación interna transparente, por más dura que pueda ser, siempre será mejor que jugar al silencio o al escondido para una empresa. El trabajador agradecerá la honestidad.
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