Los consumidores son, sin duda, el foco de cualquier empresa, al punto de que sus gustos y preferencias se van estandarizando. Es posible conseguir que los habitantes de dos o más países compartan el mismo gusto por un producto.
La globalización permite que una compañía entre en otro mercado. Pero la distancia entre el éxito y el fracaso estará en lo que diferenciaría a las distintas marcas y, por supuesto, presentaciones de cada una, en los diferentes países.
Para llegar cada día a un número mayor, las empresas deben tener en cuenta que es importante estar permanentemente innovando, manteniendo su tecnología al día y buscando la manera de optimizar sus recursos y procesos. Y tenerlo en cuenta más aún si la idea es buscar oportunidades en otros países.
Expandir el negocio es tan importante como tomar en cuenta todos los aspectos que esa expansión pudiera producir. Por eso, la presión que tienen para no fracasar es grande. Sin embargo, en sus manos está cómo lograr que el proceso sea no solo exitoso, sino poco traumático.
Antes de abrirse a nuevas aventuras internacionales deben primero consolidarse en el mercado nativo. Tener una buena participación en el gusto de los consumidores locales, los de su nicho, los que tiene en la cercanía para corregir y calibrar cómo van funcionando los procesos es el primer paso para enfrentar la iniciativa de explorar en otros países con productos que, seguramente, ya existen.
Si bien llegar con algo inédito es una manera de ir asegurando el éxito, no siempre es la primera opción. Antes de llegar a cualquier plaza comercial a competir (sea local o internacional) debe hacerse un análisis de mercado.
Cuando se tiene una base sólida, y se ha hecho ese estudio, es facilita comenzar a hacer el piso de lo que será el nuevo negocio.
Sin embargo, no siempre es el caso. Por eso, la figura de un asociado local es la mejor, por lo menos, para dar esos primeros pasos.
Un socio que conoce el terreno que se está pretendiendo conquistar puede dar mejores orientaciones, sin duda. Pero, cuidado, no puede ser cualquier socio. Tiene que ser uno solvente, conocedor de la materia y, en lo posible, exitoso. No siempre todas las características confluyen, pero sí es necesario tratar de conseguir, por lo menos, la mayoría de ellos.
Estas asociaciones permiten que, en ese mismo marco de globalización, ambos socios se beneficien: el que llega, porque entra a un mercado que si bien no le es familiar, puede convertirse en su gran oportunidad. Y el que ya está, porque puede expandir sus horizontes y beneficiarse de un nuevo impulso.
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