Mientras más control tenga sobre la cadena de negocio en la que se encuentra una empresa, más competitiva será. Con esta filosofía nació la integración empresarial, que no es otra cosa que cuando una organización participa en diversos segmentos del ciclo de producción de un bien, creando o adquiriendo otras empresas relacionadas en el proceso de manufactura.
Hoy en día, la integración vertical es un modelo ampliamente extendido por todo el mundo empresarial. Los conocedores de la materia afirman que son muchas las ventajas que este esquema da a las empresas.
Entre los beneficios destacan:
-Reduce la dependencia de terceros
-Garantiza materias primas e insumos de calidad
-Asegura procesos de distribución eficientes y oportunos
-Abarata los costos de producción
-Otorga una mayor capacidad de negociación dado que se deja de ser una empresa individual para pasar a formar parte de una sociedad, lo que da más peso
-Fijar los precios de las actividades por sí misma y ejercer control sobre ellos.
También permite aumentar el control en los procesos. Al compartir recursos humanos y materiales, una sociedad de empresas también puede lograr mayor eficiencia al repartirse entre ellos las diferentes actividades a realizar.
La integración genera diversas ventajas a la compañía, entre ellas:
Alimentación Balanceada Alibal, presidida por David Somoza, es ejemplo de un modelo de integración vertical. Creada en 1967 como una granja porcina, hoy cuenta con otras empresas que completan su cadena de valor.
La integración vertical fue un proceso que se inició a mediados del siglo XIX, en el sector metalúrgico y de la gran industria. Los fabricantes de productos manufacturados de acero vieron un nuevo nicho de negocio: poseer minas propias para sacar el metal, con lo que se librarían de los intermediarios. Además de esto, pasaron a controlar las líneas ferroviarias que transportaban el acero hasta sus fábricas, lo que les dio más dominio todo el proceso productivo.
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