La expansión en el uso del Internet y las nuevas tecnologías ha generado en los últimos diez años una nueva forma de transacción. Se trata de la economía colaborativa, en la que el valor de uso de los productos y servicios es tan importante que el valor en dinero.
Si bien todavía no se puede establecer si llego para quedarse o es parte de un movimiento con los días contado, o si su alcance será global o parcial, la economía colaborativa ha sido adoptada por empresas en el mundo, como Uber, Wesura, Nubelo y Workana.
Este tipo de economía promueve el intercambio de bienes a partir de un enfoque solidario. Se fundamenta en prestar, alquilar, comprar o vender productos y servicios en función de las necesidades específicas y reales del solicitante.
Una característica de la economía colaborativa es la utilización de la tecnología, como aplicaciones móviles en dispositivos, para facilitar negociaciones entre pares.
Asimismo, el modelo ofrece a los trabajadores- que brindan el servicio a través de plataformas de correspondencia digital- flexibilidad para decidir sus horarios de trabajo.
Otra particularidad es que las empresas de correspondencia digital confían en que los empleados usen sus propios equipos para proporcionar el servicio o producto requerido.
Sin embargo, esta forma de hacer negocios tiene detractores, quienes cuestionan si en realidad esa forma de contratación laboral brinda más oportunidades de ganar salarios a más personas, o si su efecto neto es el desplazamiento de empleos tradicionalmente seguros por la creación de una práctica generalizada de trabajo a tiempo parcial y mal remunerado.
En medio de esta discusión, las empresas sopesan las connotaciones de tomar o no iniciativas dentro de la economía colaborativa, que abarca distintos campos como la producción, finanzas, mercadeo y consumo.
En este último, los beneficios de la economía colaborativa son interesantes al representar un ahorro porque aboga por la moderación del consumo. Y es que el modelo promueve la conciencia social de que el planeta no resiste una presión consumista.
Referencias:
https://retos-directivos.eae.
https://www.iebschool.com/
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